The Pervert’s Guide To Ideology: el lastimero refugio de los cínicos

mayo 6, 2014

En uno de los primeros momentos de The Perverts Guide to Ideology el pensador superestrella Slavoj Zizek aparece subiendo una falsa colina en un, también falso, caluroso desierto. “Oh Dios mío, en el desierto le entra a uno una sed terrible. ¿Qué beber sino Coca-Cola?” dice para, a continuación, recordarnos que el confort, una de las características principales del capitalismo moderno, no es simplemente un objeto que se compra y consume, sino un acto de trascendencia teológica e incluso metafísica, y que la publicidad de Coca-cola, patrón a seguir y representación de la máxima altura posible de la publicidad consumista, hace múltiples lecturas y alusiones a esa peculiaridad del confort: aquella que te insta a comprar un producto por los motivos de su cualidad invisible, inexistente. “’Coke is The Real Thing’, ‘Coke. That’s it’ o el todopoderoso ‘The Coke Side of Life’ son algunos de sus ejemplos. Ese misterioso ‘algo más’, el incescriptible exceso que es objeto y causa de nuestro deseo”, nos dice Zizek.

Uno podría pensar que es fácil, incluso demodé, hacerle la crítica a los emblemas capitalistas por excelencia. A Coca Cola, a Nike, a Disney. Y por lo general esto es cierto. Sin embargo, el gesto sublime que convierte en lecciones atractivas las de este teórico, que promueve la validez y vigencia de los cultural studies a golpe de remix hegeliano y pop, aparece cuando conecta el significado de los huevos Kinder y La Sinfonía de la Alegría de Beethooven con la construcción de la Unión Europea en particular y el estado socialdemocrático en general. Reduccionista, sí, pero también enormemente seductor.

Metiéndonos en materia: dentro del análisis de cómo se gestan y maniobran las ideologías dominantes de nuestra sociedad, entiende Zizek que esa exaltación del sentimiento enérgico que emana de obras como La Sinfonía de la Alegría, de ese espíritu colectivo y las ansias/ansiedad de vivir como el rostro primigenio y amable de la cultura ideológica que nos rodea tiene en su contrario lo expresado por discursos y posturas como el de Alex en La Naranja Mecánica. Un chico que nos simboliza en parte, para hablar desde el cinismo del lógico rechazo de quienes comprenden las barreras invisibles que mueven sus actos. La ironía y el cinismo es el refugio de quienes no pueden aceptar el mensaje ideológico de una forma directa, pero a fin de cuentas, sólo es el gesto de quien sigue comportándose dentro de la normalidad. Y para demostrarlo aparecen West Side Story y el postmodernismo, Más allá de las colinas, el deseo sexual y la institución católica, o las fantasías de sexo y suicidio en Taxi Driver como una puesta al día de Centauros del Desierto. Esos ejemplos y otros muchos más (e iluminadores todos, por cierto) para explicar la cínica función de las ideologías y que nos preguntemos: ¿cómo puede ser que seamos conscientes de lo que estamos haciendo y aún así seguir haciéndolo? Las ideologías no son lo que tradicionalmente hemos pensado que son. Toda ideología posee en su interior un pequeño sueño oculto, y todos somos esclavos de ellas. Porque, como le ocurre al protagonista de la obra de John Carpenter Están Vivos, la ideología no son unas gafas, un accesorio que te pones para ver la vida de una manera ficticia; no, son las gafas las que te tienes que poner para corregir tu vista, corrupta desde el nacimiento por la ideología. Visiones, sueños, fantasías que pueden ser muchas cosas pero cuyo brillo debemos, al menos, tener en cuenta a la hora de analizar nuestras vidas.

Sophie Fiennes vuelve a aliarse con el pensador tras The Pervert’s Guide to Cinema de 2006 para añadir aquí nuevos hitos interpretativos de aquello que estaba ahí sin ser notado (al menos en gran parte) dentro del cine catedralicio y ultrapopular. Esta vez Fiennes corrige el error de la predecesora y sabe mantenerse al márgen del espectador, dejando que sea el hiperdinamismo físico y el verbo veloz de Zizek los que impregnen las imágenes que se nos ofrecen.  A decir verdad, el intento cómico a golpe de cromas en los que el filósofo se introduce en los escenarios de las películas son, formalmente, un despropósito, así como la calidad del audio y también, obviamente, su ya mítico y desastroso acento inglés. Como le ocurre al Doctor Repronto o a Eloy Fernández Porta, por poner dos ejemplos de eruditos de variante creadora parecida, puede que el esloveno no siempre sea certero con sus análisis (personalmente, su vertiente psicoanalítica me chirría) pero debería ser una voz a tener en cuenta y una celebración de lo mejor de la cultura de nuestro tiempo: un patchwork funcional, una saturación de referencias, un cruce de ideas cuestionable aunque fructífero y unas conclusiones descorazonadoras que para el caso no es otro que: “Deja de perseguir tus sueños, no son más que el combustible que te oprime” (el mensaje final de este marxista, por supuesto, pertenece al universo de lo económico). Cada intervención de Zizek debería ser, si no celebrada, al menos ser tenida en cuenta como el foco visibilizador que es de aquello que, sin duda y hasta el momento, siempre nos atañe. Nos guste o no, Zizek sigue siendo uno de los filósofos más importantes del momento y, de hecho, uno cuyo análisis del presente en torno a los significados tras nuestros consumos de ocio comprenden la visión más preclara, necesaria y amena. Puede que no sea una lectura para todo el mundo su Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock sí lo debería ser su video sobre baños, naciones e ideología. Y si nos dan esto en largo con pullas y chanzas a Titanic, a Soy Leyenda o a El Caballero Oscuro pues… ¿qué más se le puede pedir?

Películas que le recomendaría a Slavoj Zizek:

Up in the Air
Tenemos que Hablar de Kevin
Take Shelter
Stoker
Don Jon
Atrápame si Puedes
Días Extraños
In Time
Un Tipo Serio
Young Adult
Gru 2, mi Villano Favorito
El Juego de Ender
Rompe Ralph

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