Banksy does New York: the pursuit of beauty

diciembre 14, 2014

Eres Banksy, decides llevar a cabo 31 obras en distintos lugares de Nueva York y avisas de tu plan en las redes sociales. ¿Qué crees que puede pasar?

Pues tantas cosas distintas, tantas formas de interactuar con las piezas, prácticamente en todas las variables egoístas o mezquinas, altruistas y bondadosas, que casi parece que todo ello haya sido un happening orquestado hasta el más mínimo detalle por el propio Banksy. Pero no puede haber contratado a cientos de neoyorkinos para hacer su performance. No puede, ¿verdad?

Chris Moukarbel, gran notario de la realidad sociológica y científico especializado en el “hype” como ya nos demostró ser en Me at the Zoo decide embarcarse en la difícil tarea de hablar de la obra de obras que llevó a cabo el artista urbano el año pasado en Nueva York, donde dijo que se instalaría temporalmente para una vez al día y durante todo el mes de octubre exhibir sus creaciones. Eso sí, sin anunciar su emplazamiento. Y Mourkabel, valiéndose casi en exclusiva de los vídeos grabados por los espectadores, va exponiendo de manera cronológica cómo éstas acciones poéticas fueron cambiando el escenario y cómo en su conjunto hicieron de la ciudad un campo de juegos. Como testificaba una chica en su diario visual, “[He] was providing the magic to New York”.

Foto: carnagenyc

Cómo no pensarlo, cuando vemos ese camión lleno de peluches chillones rumbo al matadero, cuando vemos a la muerte montada en un coche de choque de una pista disco, u observando ese simulacro de exposición con cuadros que Banksy “abre al público” en una galería que es la misma calle. Y ante cada obra, ante cada grafitti sobre todo, las piezas que Moukarbel elige nos muestran una reacción del público: desde vandalizar hasta robar para luego vender, pasando por un improvisado arancel por parte de una pandilla en Brooklyn a pagar por todos aquellos “cazadores de Banksys” (personas que de hecho surgieron con este fenómeno) que quisieran hacerse una foto junto a la pintada. Y las continuas sospechas por parte de los viandantes de hasta dónde llega la implicación del artista con el teatro de lo que tienen ante sus ojos. Así ocurre, por ejemplo, cuando escuchamos a un ciudadano, en un momento de euforia paranoica ante lo que está ocurriendo, gritarle al chaval que se está llevando la última pieza del set, la del 31 de octubre, e irrumpe la policía por la supuesta  llamada de alguien, que mete en la “lechera” los globos que el joven se estaba intentando llevar:

-Are you Banksy?
- No
- No, not you, the cop.

Y es que hasta parece participar del proyecto el portavoz del New York Observer, al que se entrevista para el documental y donde le vemos explicar por qué su periódico cultural opta por no cubrir lo que Banksy y el resto de artistas callejeros hacen, tildándolo de arte menor, naif, kitsch, epatante, reiterativo… y estúpido. Es decir, una crítica que en realidad nosotros mismos, nos guste o no su obra, comprendemos que es totalmente cierta. ¿Y hay en realidad a día de hoy algo más que decir sobre esta vertiente del agitprop?

Foto: carnagenyc

En Exit Through the Gift Shop, referencia aquí inevitable, el director era el mismo Banksy, y su propósito el análisis en clave fake de la hipocresía del mundo del arte moderno. Banksy, aunque elemento esencial de esa historia era el autor y el personaje secundario, pero no el protagonista, que pasaba a ser el insoslayable Mr. Brainwash. Sin embargo para lo que nos prepara Moukarbel en Banksy does New York es un cambio en el objeto de estudio. Porque sí, aquí el artista, su visión y sus clásicos pensamientos circulares (la reivindicación política, la importancia de la disponibilidad como arma convocatoria, la idiocia de ver cómo a veces no percibimos el valor de las cosas hasta que están tasadas) siguen siendo el elemento esencial sin el cual no existiría esta obra derivada, pero al menos para mí aquí se manifiestan dos ideas: conseguir en 31 días una auténtica reapropiación de la ciudad donde las múltiples posibles interacciones entre personas y sus roles (marchantes de arte, policías, albañiles, viandantes o carniceros) se vuelven no sólo mucho más estimulantes, sino totalmente necesarias. Y por supuesto, la magia. La magia de ver tu ciudad convertida en un mapa de la búsqueda del tesoro, de hacer de tu día a día un posible juego (una gamificación de la ciudad si necesitas una expresión SEO) y así darte cuenta de que nuestras rutinas son en muchos casos convenciones que nosotros perpetuamos y con la que nos estamos perdiendo esas oportunidades de huir del aburrimiento y crear experiencias ilusionantes, raras, que merezcan la pena. En todo esto cobra una vital importancia lo que, como se nos muestra en el mismo documental, ocurrió con la pérdida de 5 Pointz, meca histórica newyorkina (en sí ciudad estandarte) del arte urbano cercana a Queens que apostaba por la creación de una identidad cultural y lugar que por culpa de la gentrificacióndel barrio anunció que dejaría de dar cobijo a los grafiteros (y de forma colateral también a muchos otros artistas) de forma irrevocable a finales del mismo mes en el que Banksy estaba llevando a cabo su residencia.

Foto: David Shankbone

¿Entonces es estúpida la obra de Banksy? ¿Ha sido Better Out Than In un trabajo fallido? En absoluto. Desde mi punto de vista, gran parte del problema de Banksy, o como leí no recuerdo ahora dónde el “Noam Chomsky del arte contemporáneo”, viene dado por la sobreexposición mediática de su obra, que genera ese rechazo de quien ha comprobado tantas veces que desde los medios de comunicación equiparan el éxito con el talento. Pero pensemos más allá de esto, vayamos a ese punch final que a modo de broche de este documental recoge el audio de uno de los vídeos de Banksy subidos ad hoc en el que nos pregunta “¿No queréis vivir en un mundo hecho de arte, no sólo decorado por éste?”. Así es como, de forma meridianamente clara, Moukarbel explicita por qué Banksy does New York es también la tesis resuelta por el artista: que durante un mes se ha sentado en el trono de Nueva York, donde ha proyectado su fantástico universo. Se trasmite desde este trepidante documental constantemente esa sensación, ese mundo irreal y casi de ensueño en el que, gracias a un puñado de estarcidos y esculturas, consiguió despertar en las calles una auténtica belleza, idea final poco profunda, sí, pero inmensamente poderosa y necesaria. Eso sí, hay un inconveniente. Su reinado ha terminado. Ahora nos toca hacer lo propio a los demás.

Puedes ver el tráiler de Banksy does New York y a un montón de peluches llorando aquí.

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